BUENOS AIRES.- “Ya es hora de parar la pelota y hablar cara a cara. Decir lo que pensamos”, dijo Juan Román Riquelme en la conferencia de prensa que brindó post escándalo, generado por las palabras de Pablo Ledesma sobre Agustín Orión.
Ledesma habló y le apuntó (indirectamente) al arquero, acusándolo de “buchón” por declarar al periodismo (vía mensaje de texto) que el equipo de Carlos Bianchi no juega a nada, algo que no pasaba con el de Julio Falcioni. Y lo peor pasó ayer. El arquero regresó a practicar con el equipo (luego de haber viajado con la Selección a Rumania) y las declaraciones del compañero fueron motivo suficiente para agrandar el escándalo.
Previo al entrenamiento, el 1 charló a solas con Riquelme, el referente máximo del plantel, amigo de Ledesma. Luego, todos los jugadores ingresaron al vestuario, donde según trascendió la discusión entre Pablo y Agustín se fue de las manos. Hubo golpes de puño, por lo que los compañeros tuvieron que intervenir. ¡Hasta prefectura arribó a Casa Amarilla!
Cuando el enfrentamiento se calmó, el plantel completo pidió privacidad para charlar en el vestuario. En el mismo momento llegó la barra, La Doce, dispuesta a mediar en el asunto. Pero así como arribó, se retiró sin poder ver al equipo.
Los minutos que pasaron fueron de incertidumbre. Con los jugadores aún reunidos en el estadio de La Ribera, anticipando un comunicado histórico.
Fue allí que apareció Román, acompañado por Carlos Bianchi, que no emitió palabra alguna, y avisó que el equipo solo quiere jugar y entrenar bien, disfrutar de la gente y del entrenador. “Dijeron que me había peleado con él, que es como mi papá”, dijo el ídolo sobre el “Virrey”.
Y lo más fuerte del discurso llegó después: “si no nos ayudamos entre nosotros, nadie nos va a ayudar. Entonces si no aparece el periodista con los mensajes que dice tener del jugador, y pedimos perdón a todos: a partir del lunes no vamos a hablar más hasta que termine el campeonato”. (Especial)